Oración inicial

Explicación para el tutor:

Esta primera parte del taller se desarrolla en el primer espacio. Comenzamos a decir las palabras que siguen a continuación (u otras semejantes que Dios nos inspire). 

Nos ponemos cerca del ícono (espacio 1). Hay una vela delante. Si el niño puede, prende la vela. En caso contrario, solamente la sostiene, mientras el tutor la enciende; luego, el niño la coloca frente al ícono. Hacemos la señal de la cruz. Decimos las siguientes palabras: “Padre bueno, te ofrecemos este rato de oración. Ayúdanos a concentrarnos y enséñanos a orar. Gracias. Virgen María, danos tu manera de rezar”.

Para hacer la oración del corazón tenemos que cerrar los ojos. Todos los ojos cerrados. Y vamos a tratar de mantener los ojos cerrados todo el tiempo. Si alguien no se aguanta, los abre un ratito y los cierra después. Vayan imaginando las cosas que yo voy diciendo. Si se imaginan las cosas que yo voy diciendo, van a aguantar. Cuento “tres” y los ojos cerrados: uno, dos, tres. 

Ahora vamos a imaginar que estamos caminando por un caminito chiquitito. Vamos caminando. Chiquitito es el camino. Y vamos subiendo por una montaña. Y cuando subimos a lo más alto de la montaña, de repente vemos frente a nosotros una enorme casa en forma de corazón. Esa casa es nuestro propio corazón. Entonces vamos a acercarnos a la casa, despacito, despacito, y vemos que la casa tiene una puerta, que es toda de oro. Y en la puerta de oro hay una cruz marcada en color rojo. Es rojo por la sangre de Cristo que recibimos en el bautismo. Vamos a acercarnos a la puerta. Nos estamos acercando a la puerta, y frente a la puerta tenemos que sacarnos los zapatos para entrar. Con zapatos no se puede entrar. Porque ahí adonde vamos a entrar es tierra santa. Y no podemos entrar con zapatos. Porque ahí está el templo. Ahora vamos a abrir despacito, despacito (sin abrir los ojos) la puerta. Abrimos despacito la puerta. ¿Ya abrimos la puerta? Y de repente en nuestro corazón, ahí adentro, hay una enorme luz que nos encandila los ojos. No podemos ver, no podemos ver, pero la luz no nos hace daño. Porque es una luz buena. Porque es la luz de Dios. Entonces, nuestro corazón se va aclarando de a poquito. Y en el centro de nuestro corazón, ahí adentro hay una hermosa mesa. Y en la mesa están sentados tres ángeles. Tres ángeles están sentados en la mesa. Uno en una punta. Uno en el centro y otro en la otra punta: son el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Nosotros vamos a mirar al Hijo, que está en el centro. Y mirando al Hijo, que tiene un rostro muy lindo, muy lindo y que nos está sonriendo, vamos a cantarle:

“Señor Jesús, Hijo de Dios Padre, ten piedad de mí, que soy un pecador”

Un poco más fuerte: “Señor Jesús…”

Más fuerte todavía: “Señor Jesús…”  

Ahora, que se escuche hasta el cielo: “Señor Jesús…”

Ahora, más despacito: “Señor Jesús…”

Ahora, más despacito todavía: “Señor Jesús…”

Ahora, casi sin que se escuche: “Señor Jesús…”

Ahora vamos a quedarnos en silencio y en silencio le vamos a decir, sólo rezando, siete veces: “Señor Jesús” al Hijo. 

Cuando terminen de decirlo, quédense ahí un ratito en silencio. Y si quieren, pueden mirar al Espíritu Santo o al Padre. Y díganle un secreto. Algo que quieran decirle. Hagan silencio. Un secreto que sólo Ustedes conocen y el Padre, o el Espíritu Santo. 

Cuando terminen, pueden ir abriendo los ojos despacito. 

Esperemos a que todos terminen (nombramos a aquel que aún no haya terminado).

¡Muy bien! Terminamos todos. ¿Cómo se sintieron ahí adentro en el corazón?

Uno tiene que aprender a ver a Jesús en el corazón.  

Ahora, sin perder este clima de oración, vamos a sentarnos en el lugar que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo nos han preparado. Porque quieren contarnos un secreto. Y nosotros queremos seguir hablando con Dios. Vamos a volver a cerrar los ojitos un poquito más. Y vamos a escuchar qué nos dicen. Volvamos a la casa de nuestro corazón. 

Padre, Hijo y Espíritu Santo, Santísima Trinidad, que estás aquí presente, en este momento y en este lugar, te adoramos. Queremos aprender a rezar. Aprender a escucharte y aprender a hablarte. 

Pasamos al espacio 2. Nos sentamos en sillas o banquitos de oración alrededor del gran ícono.