Meditación

Please login for access. Login

Texto completo de la meditación

Ahora, sin perder este clima de oración, vamos a sentarnos en el lugar que el Padre nos ha preparado. Nos sentamos en los banquitos de oración [o en las sillitas] que hay en la casa preparados para nosotros. Porque el Padre nos atrajo a la casita de nuestro corazón, para hablar con nosotros.

Ya hecha esta pequeña transición de lugar, los chicos se sientan en los banquitos de oración o sillas (espacio 2). 

Vamos a volver a cerrar los ojitos un poquito más.  Y vamos a escuchar qué nos dicen. Volvamos a la casa de nuestro corazón. Dios también quiere escucharnos a nosotros. Quiere que hablemos con Él. Eso es rezar. 

Padre, cuando creaste el mundo-templo había varios problemas. Ya habías separado las aguas de arriba de las de abajo y había aparecido la tierra firme, ¡pero todo era un desierto; no había aún plantas ni arbustos!

Entonces, empezaste a solucionar esos problemas. Lo primero que hiciste fue la lluvia, para que regara el suelo. ¡Así empezaron a crecer muchísimas plantas y a llenar el gran templo que era el mundo! Pero, además de eso, Padre bueno, Tú querías plantar también un hermoso jardín dentro de tu templo, para que el hombre y toda la creación te adore y te de gloria. Era el santuario dentro de ese gran templo. Entonces, gracias a la lluvia, que regó la tierra seca, empezaste a llenar el jardín de plantas y flores de todos colores: rojas, celestes, violetas, amarillas, naranjas! Y no sólo creaste la lluvia. También hiciste que del jardín saliera un río que tenía cuatro brazos. Entre los árboles del jardín había dos que eran muy importantes: el árbol del conocimiento del bien y del mal y el árbol de la vida. ¡El santuario-jardín quedó muy lindo, todo verde y lleno de colores! 

Pero todavía había un problema. No había hombre que cuide y cultive el jardín. El hombre sería lo más importante de todo este gran templo, pero aún no existía.  Entonces, y por último, creaste al hombre y lo pusiste dentro del jardín para que lo cuide y cultive, es decir para que te rinda honor y gloria, en una liturgia sin fin. ¡Al fin ibas a escuchar a los ángeles y al hombre cantar juntos: “Santo, santo, santo”, para darte gloria!

Preguntas

Antes de que empiece la Santa Misa, ¿me preparo guardando silencio, o charlo con los demás hasta que empiece? ¿Me quedo quieto en el banco en el que estoy sentado? ¡Jesús está por contarme algún secreto, si estoy atento!  

Cuando el sacerdote la eleva y eleva el cáliz, ¿presto atención a Jesús presente en la Hostia consagrada?

Durante la Misa, ¿estoy preguntando a mis padres cuándo termina, o participo con atención y respeto?

Palabra de Dios a aprender de memoria [la repetimos varias veces]: 

“Te doy gracias, Señor, por tu amor” [Repetimos varias veces].

(Salmo 137)

Ahora Ustedes solitos. 

[También lo podemos cantar]