Texto completo de la meditación
Ahora, sin perder este clima de oración, vamos a sentarnos en el lugar que el Padre nos ha preparado. Nos sentamos en los banquitos de oración [o en las sillitas] que hay en la casa de Dios preparados para nosotros. Porque el Padre nos hizo venir a la casita de nuestro corazón, para hablar con nosotros.
Ya hecha esta pequeña transición de lugar, los chicos se sientan en los banquitos de oración o sillas (espacio 2).
Vamos a volver a cerrar los ojitos un poquito más. Volvamos a la casa de nuestro corazón [Hacer una pausa, para dejarlos llegar a su corazón]. Y vamos a escuchar qué nos dice Dios. Dios quiere que hablemos con Él. Eso es rezar.
Ahora vamos a mirar al Padre y le vamos a hablar a Él. Porque el Hijo y el Espíritu Santo lo están mirando. Pero tienen todos una mirada muy seria y triste. ¿Por qué tienen una mirada tan seria y tan triste?
Padre, cuando pensaste en crear al hombre lo quisiste invitar a un banquete de bodas, a una fiesta, en tu casa. Iba a ser feliz para siempre. Pero Tú ya sabías que tu primer hijo, Adán, no iba a querer obedecerte y no iba a querer ir a la fiesta. Tú ya lo sabías todo antes de crear al hombre. Adán no iba a querer obedecer. Entonces, se iba a ir de tu casa y ya no iba a poder volver a entrar nunca más.
Por eso, en tu casa pusiste una mesa que es un altar. Y en el centro de la mesa había una copa. Y esa copa parecía un cáliz. Parecía el cáliz de la Misa que toma el sacerdote en sus manos y eleva hacia el cielo. ¿Qué hay dentro de la copa? Parece un corderito muy pequeño. ¿Qué va a pasar con ese corderito? ¿Va a morir? ¿Por eso están tan serios?
Padre santo, ¡qué bueno has sido! ¡Nos quieres tanto que le has pedido a tu Hijo que se haga ese corderito y que acepte entrar en el cáliz y morir por nosotros en la Cruz!
Entonces, no sólo Adán sino también nosotros podemos volver a tu casa y sentarnos a tu mesa, porque nos habías preparado un lugar y nos estabas esperando.
Ayúdanos a obedecer cada vez más rápidamente. Porque nuestras desobediencias también pusieron a Jesús dentro del cáliz.
Gracias, Padre, por darnos a tu Hijo para que se haga cordero por nosotros.
Gracias, Jesús, por hacerte ese corderito y morir por nosotros.
Gracias, Espíritu Santo, por enseñarnos a dar gracias al Padre.
Ahora vamos a hacer la meditación, vamos a pensar un poco y a responder:
¿Quiero ser hijos obedientes al Padre?
Cuando mis padres y maestros me pidan algo, ¿lo voy a hacer rápidamente y con alegría por amor a Dios?
¿Quiero consolar a Jesús, el corderito, que está dentro del cáliz por mis desobediencias? ¿Qué puedo hacer para consolarlo?
Palabra de Dios a aprender de memoria [la repetimos varias veces]:
Padre bueno, ahora, vamos a aprender de memoria una palabra tuya, porque te gusta mucho que te la digamos:
«Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterno su amor.»
Salmo 117
Vamos a repetirla.
Ahora Ustedes solitos.