Meditación

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Texto completo de la meditación

Ahora, sin perder este clima de oración, vamos a sentarnos en el lugar que el Padre nos ha preparado. Nos sentamos en los banquitos de oración [o en las sillitas] que hay en la casa preparados para nosotros. Porque el Padre nos atrajo a la casita de nuestro corazón, para hablar con nosotros. 

Ya hecha esta pequeña transición de lugar, los chicos se sientan en los banquitos de oración o sillas (espacio 2). 

Vamos a volver a cerrar los ojitos un poquito más.  Y vamos a escuchar qué nos dicen. Volvamos a la casa de nuestro corazón. Dios también quiere escucharnos a nosotros. Quiere que hablemos con Él. Eso es rezar. 

Padre lleno de luz, lo primero que dijiste fue: “Hágase la luz, y la luz fue hecha”. Y empezaste a crear a los ángeles. Pero, el mayor de ellos, Lucifer, se rebeló contra ti y después se lanzó a la tierra a sembrar caos y vacío. Después de eso terminaste de crear los nueve coros angélicos, y a poner orden entre ellos. ¡Todos tenían sus tareas propias! Entre ellos estaban los serafines y los querubines, los tronos, los arcángeles y los ángeles. 

Padre, entonces los hiciste cantar a todos, ¡y qué lindo fue su canto! ¡Así fue como aprendieron a cantar por primera vez! Primero empezaron a cantar despacito, y cantaban solos. Después se fueron uniendo y animando a cantar más fuerte. Hasta que formaron un sólo coro y cantaron así. ¡Escuchemos! [Aquí poner el canto: Sanctus (De Angelis)] Y luego nos enseñaron a cantar a nosotros. Ahora todos juntos formamos un mismo coro. En el cielo cantan juntos los ángeles y los hombres. Aquí en la tierra nosotros nos unimos a sus voces en la Santa Misa. Y todos juntos, los del cielo y los de la tierra cantamos a una sola voz: “Santo, Santo, Santo”. Sus voces se volvieron tan poderosas que ya estaban lista para empezar a ayudar a Dios a hacer el templo. 

Santísima Trinidad, ¡bendita seas por todos tus ángeles! ¡Bendita seas por los serafines, que están más cerca tuyo! Queremos también nosotros estar cerca tuyo. 

Virgen María, tú que eres la reina de los ángeles, envía a los ángeles para que nos ayuden a amar a Dios. Y queremos amar más a nuestro ángel custodio, y serle más obedientes.

Ángel de la guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche, ni de día. Si me desamparas, ¿qué será de mí? Ángel de la guarda ruega a Dios por mí.

Preguntas

Dios envía a los ángeles para ayudarme. ¿A quién puedo ayudar yo en este día?

¿Rezo todos los días al ángel de la guarda, pidiéndole su ayuda y compañía?

Palabra de Dios a aprender de memoria [la repetimos varias veces]: 

Con los ojos cerrados, vamos a repetir las palabras que todos los ángeles y santos del cielo le cantan a Dios:

«Santo, Santo, Santo es el Señor todopoderoso.»

Apocalipsis 4: 8

Vamos a repetirla. Ahora ustedes solitos.