Catequesis litúrgica

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Aprendimos en la historia que Dios aceptó el sacrificio de Abel y no el de Caín porque Caín no ofreció ningún sacrificio sino una ofrenda de frutos del campo. Esto no agradó a Dios porque era la liturgia del Jardín santo, es decir la liturgia antes del pecado. Pero como los hombres ya no estaban en el jardín, a Dios le agradó el olor del sacrificio de Abel y aceptó el cordero sin defecto que le ofrecía y rechazó la ofrenda de Caín. Porque a partir de ese momento la liturgia y el culto tenían que ser sacrificiales. Es decir, se tenían que ofrecer a Dios sacrificios.  

Ahora les voy a hacer dos preguntas una fácil y otra difícil: 

Primero la fácil: ¿por qué Dios ya no quería frutos del campo? 

Muchos intentos de los chicos después…

Respuesta: porque como ya les dije ese era el sacrificio del jardín y los hombres estaban fuera del jardín.

Ahora la pregunta difícil: ¿por qué Dios quería corderos?

Muchos intentos de los chicos después…

Respuesta: por dos razones. Primero porque la liturgia que Dios quería era para el perdón de los pecados. Y el perdón no se iba a realizar sino por la sangre del que tenía que nacer, el prometido a Adán y Eva. Aquel que iba a pisar la cabeza de la serpiente y a la vez iba a ser herido de muerte como los anunció Dios después de la caída, cuando maldijo a la serpiente. 

Y segundo porque los corderos eran imágenes del sacrificio “del” Cordero de Dios que iba a venir a sacrificarse para el perdón de los pecados. 

El Cordero de Dios, Jesús,  cargó sobre sí los pecados del mundo y los destruyó cuando fue flagelado y golpeado; su cabeza fue coronada con espinas, su cuerpo fue clavado en la cruz y su costado fue traspasado por una lanza. 

Así, Cristo logró perdonar nuestros pecados y darnos la oportunidad de volver al jardín del cual fueron expulsados Adán y Eva. El jardín no era otra cosa sino el Cielo que estaba en la tierra.  

Noten que la imagen del sacrificio de Cristo no solamente está en el cordero que Abel ofreció y agradó a Dios, sino que  también está en la misma muerte de Abel cuando fue sacrificado por su propio hermano. Así también Cristo reune las dos imágenes en sí mismo el es el cordero del sacrificio y también fue sacrificado por sus hermanos de sangre, los judíos. 

La expresión “el cordero de Dios que quita los pecados del mundo” aparece en la misa.

En latín es el “Agnus Dei”.  En esta oración le pedimos al Codero de Dios que quita los pecados del mundo, que tenga misericordia de nosotros y que nos dé la paz. 

Cuando decimos ten piedad de nosotros y danos la paz, nos golpeamos tres veces el pecho porque pedimos misericordia por haber pecado contra la Santísima Trinidad y pedimos, que sanados del pecado por la sangre del cordero, alcancemos la paz del cielo. 

De esta forma descubrimos la importancia y el sentido del cordero en la celebración de la misa y vemos las figuras que nos ayudan a entender por qué la misa es un sacrificio.